sábado, 1 de mayo de 2010

"Quiero que te quedés para siempre en mi mente y que me vuelvas a vivir..."


Con un corazón que no dejaba de golpearle el pecho, la joven decidió seguir adelante, decidió aceptar que una vez más debía empezar. Nada de lo vivido había sido en vano, con su mirada distante, con sus ojos llenos de lágrimas, comprendía que no todo lo que ella soñaba podía cumplirse fácilmente y que una vez más se sentiría olvidada, una vez más sentiría que no la observaron y sintieron como realmente debían haberlo hecho.
Una vez más sentía el dolor que provoca la desilusión, la desesperanza en que todo pueda cambiar para que ella por un momento pueda sentirse cómoda en el lugar que eligió para transitar parte de su vida.
Sólo escuchaba y sentía golpes fuertes, no eran nada más y nada menos que los latidos internos que se mezclaban con tristeza y certezas. Confirmaciones de saber que tarde o temprano todo lo malo iba a ocurrir. Sabía que la historia se repetiría, pero también sabía que su fortaleza sería aún más fuerte y que la nueva situación que se le presentaba, tan parecida a las de su pasado, no lograrían derribarla.
Sus días se tornaron inconstantes, solitarios a cada instante, a pesar de estar rodeada de gente, sus manos no alcanzaban a percibirlo.
Abrazos que llegaban sin motivo alguno, daban a ella la esperanza y la certeza de que nada estaba totalmente perdido, que aún existía gente que se había tomado el tiempo de conocerla, aceptarla, el tiempo de creer en ella.
Por esa gente decidió seguir adelante, por el corazón que le golpeaba el pecho, por saber que nunca había engañado y por saber que debía conseguir sus sueños. Quería alcanzar el estado de felicidad que encontraba a la hora de soñar, quería y deseaba solo equilibrio.
Cansada de despertar desilusionada, harta de ser feliz sólo en sus sueños, decidió caminar por el costado del camino que había elegido, mirando todo desde una óptica diferente. Siguió adelante y comprendió que nunca iba a estar sola, quienes la habían abrazado, le habían dado la cuota necesaria para seguir adelante.
Ella no estaba sola, aún recordaba cada momento de felicidad vivido, y sabía que vendrían muchos más.
Aunque nunca se supo si realmente fue feliz, si realmente la gente logró aceptar sus inconstantes estados, ella encontró el verdadero significado de la amistad y del amor en su vida. Descubrió que todo lo que había hecho no había sido en vano.
Siguió, porque tarde o temprano quienes la juzgaron la amaron, aunque ya era tarde para darle el abrazo que ella había necesitado, o esa credibilidad. Sólo dudaron y perdieron el tiempo de poder conocer a alguien que de alguna manera u otra marcó y marcará sus vidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esto es una triste realidad ps los dos estamos re enamorados yo de el y el de otro y el dolor va por dentro y es cuando mas duele vivez en mi mente pero no eres mio y no estas en mi vida triste realidad