jueves, 25 de abril de 2013

El vale todo...

Quizás este texto contenga más opinión que nunca, quizás este texto sea el que de forma más triste escribo, más defraudada. Permanecer durante 12 hora frente a una pantalla grande, en la calle, mi calle, nuestra calle, en el Congreso donde se debe tomar decisiones para y por nosotros, para cada uno de los ciudadanos que eligió a esa persona que está sentada allí para decidir y hablar...¿ sólo hablar?, no, también argumentar y dirigirse con respeto, tener cierta diplomacia que más allá de la ruptura de ciertos protocolos... deben permanecer.
Sentir que no estaba sola, que eramos muchos los que allí estábamos en defensa de un país mejor , nuestro país, el que quedará para las próximas generaciones, en un principio de la tarde, me lleno de orgullo.

"No piensan en sus hijos, el país que les dejan", dijo la Diputada Patricia Bullrrich y otros tantos diputados, muchas veces en su discurso "opositor"... esa pregunta me quedó en la cabeza, hasta hoy, después de 26 horas sigue resonando en mi cabeza... ¿por qué?, por el simple hecho de que ni piensan en sus hijos y si piensan, los preparan de tal manera para que vivan en una burbuja, para que en cuanto puedan se vayan del país y vivan felices gracias a nuestro trabajo, nuestro esfuerzo.

Hoy me olvido de la periodista que debe hablar en tercera persona, me olvido por el dolor, la indignación, por ver cómo en mi cara y en la cara de todos mentían,  corrompían. Algo que debería ser limpio, una vez más dañado por el poder, por el dinero, por la CORRUPCIÓN.

Mientras sacaba fotos, escuchaba, intentaba neutralizarme y mirar todo desde afuera, sin involucrarme, ¿saben qué?, no pude... lo intenté pero no pude, la piel se me erizaba, las pupilas me titilaban y en mi ser resonaba "A dónde vamos, a dónde vamos a terminar", una incertidumbre que se puede tomar como una crisis existencial, pero en este país, en mi Argentina, hoy,  es una duda del pueblo. No estaba allí como militante, o como periodista militante... estaba como CIUDADANA ARGENTINA.

Poco a poco me fui metiendo, me descubrí gritándole a una pantalla, me descubrí gritando a un edificio, pretendiendo que me escuchen, que nos escuchen, después de todo están ahí para y por nosotros.

Escuchar insultos, agravios, una educación que uno jamás podría pensar que existiría en ese lugar, más allá de que últimamente se ve en más de un funcionario criollo: la mentira, la mala educación, la necesidad  de desdecirse porque no puede hilar un argumento.

La tristeza no tardó en aparecer y tapar el orgullo que en un inicio sentía, la decepción, sentir que era un ente, que ser ciudadano en este país no importa, que no le importas a nadie, que nadie te escucha. Pedir entrar a un lugar que es tuyo y que te lo nieguen, mientras ves entrar a gente que no sabía de lo que se iba hablar ahí adentro.

Pero cuando a las 18:15, decidí pertenecer a ese día que podía ser histórico y que terminó siendo un día más en el que se demostró que no estamos bien, que no vamos por buen camino y que todo esto  recién empieza, algo me llamó la atención: la mayoría no sabía quién era el que estaba hablando, por momentos unos nos defendían, o por lo menos decían lo que queríamos escuchar, y otros tantos, nos insultaban, nos trataban de golpistas, de corpo, de gorilas, de personas con odio, de personas ignorantes, de BOLUDOS. Esos que estaban ahí, hablando por nosotros, y a los que muchos eligieron, la mayoría no los conocían.

¿Qué estamos haciendo con nuestro voto?¿qué creemos que estamos haciendo con nuestro país?... más allá de todo eso, no puedo sacar ningún análisis político de mí, ninguna conjetura porque me siento defraudada, porque se me fueron las ganas de todo, porque haga lo que hagamos, ellos van a hacer lo que quieren, cuando quieran y donde quieran.

Y sin dudas esto me dejo una certeza, cuando uno grita e insulta es porque no tiene argumentos, es porque no sabe lo que dice, sólo esta manejado por alguien que lo deja contento con un bolsillo lleno de plata sucia, con plata del laburo del pueblo, bolsillo lleno de un dinero con mentiras, con muertes, un dinero manchado con sangre.

Mientras la ciudad de La Plata aún no termina de enterrar a sus muertos ocultos, en una noche se trata de sacar una ley que sólo lastima e incumple con la constitución nacional, aquella por la que cada uno juro cuando asumió sentarse en ese silloncito que ayer les quedo cómodo a más de uno para dormir, en vez de escuchar a su par, en vez de escuchar al pueblo.

Y mientras hacía un rollito con mi educación, mi estudio, mi experiencia de vida y me lo metía en donde no me da el sol, ellos se reían en mi cara y daban por "ganada" una lucha, que era, ni más ni menos, que una ley que rompe la democracia de la cual ellos se jactan, una democracia con derechos humanos selectivos, porque para ellos los derechos no son iguales para todos.

Esta es mi ira, mi dolor, mi angustia, mi ganas de golpear para despertar a más de uno... hoy, sin ganas de nada, pero sé que seguiré adelante firme en mis convicciones, una palabra que escuche mucho ayer, y creo que la única convicción que siguen es la de obtener papeles verdes, verdes pero manchados con sangre porque LA CORRUPCIÓN MATA Y VA  A SEGUIR MATANDO EN ESTE PAÍS QUE NO SE LO MERECE.

Habrá que comenzar a interiorizarse en lo importante que es una votación porque si no sabemos a quiénes votamos, sin dudas, diría que este país no se merece a quienes gobiernan, pero nosotros, nosotros SÍ!.