viernes, 28 de agosto de 2009

Una historia para no olvidar

La vida de los Izcovich jamás volvió a ser la misma después de aquel 4 de marzo del 2008, la desconfianza comenzaría a rodearlos por el resto de sus días, la desesperanza llegaría a sus corazones, “De que me sirve pelearla, a mi hermano y a mi papá ya nadie me lo puede devolver”, declaró Laura Itzcovich, hermana del policía de 28 años muerto por fuego amigo en el barrio de Floresta. La declaración policial dice que el oficial Marcos Itzcovich murió porque lo confundieron con un ladrón.

-¿A qué te remite la frase “El diablo metió la cola”?

Recuerdo esa frase, la dijo el jefe de la federal en sus declaraciones para justificar el actuar de los tres policías que mataron a mi hermano, el diablo no metió la cola, esto lo hizo el hombre, no fue una equivocación.

Mi hermano estaba a cargo de la investigación de una serie de robos cometidos en la zona por delincuentes que usaban chalecos de la policía federal, una red a la que se denominó “polichorro”, Marcos sabía muchas cosas y si tenían que bajar a alguien para que no se descubra nada iba a ser a él. Los policías investigados, supuestamente, estaban ejerciendo su servicio en la superintendencia de investigaciones al igual que los policías que mataron a mi hermano, también se sabe que no tenía nada que ver que ese día estén en esa zona. Se dijo que la confusión se debía a que la banda buscada cometía los delitos disfrazados de policía, pero Marcos y su compañero esa noche estaban de civil saliendo de la pizzería de un amigo. Nada de lo que dicen es cierto y hoy quienes mataron a mi hermano están libres esperando ser juzgados.

- Esa noche su hermano estaba con el agente Montenegro ¿Cómo está ahora? ¿Tienen relación con la familia?

El recibió un disparo en la pierna, y por ese disparo tuvo muchísimas operaciones, no sé como está, a un año de la muerte de mi hermano, yo recibí su llamado, creo que está bien, estaba con custodia. Sé que mi familia y la de él comparten el mismo abogado en la causa. Sinceramente, ya no sigo el tema, se muchísimo porque leí todo. Cuando pasó esto fui a buscar el expediente y no olvido como detallaban todo, hasta cuando Marcos decía que sentía mucho frió, mi hermano murió desangrado, nadie hizo nada. Montenegro se salvó, porque justo se cayó de la moto y porque cuando podría haber recibido un disparo llegó el dueño de la pizzería, amigo de mi hermano al grito de: “¡Para son policías!”. Marcos siguió y se desvaneció unos metros más adelante.

-¿Tu hermano fue derivado al Hospital Churruca donde tu papá estaba internado?

Sí, cuando el helicóptero estaba aterrizando mi hermano decía sus últimas palabras: “Díganle a mi hija que la amo” y mi papá decía: “Pobre el pibe que traen ahí”, sin saber que era su hijo. Nos costó mucho ocultarle lo que estaba pasando, no queríamos que sufra una recaída, pero nunca se perdonó no haber podido estar. Él también fue policía, se retiró en el 86 y siempre se preocupó por sus hijos, siempre le preguntaba a Marcos cómo estaba el trabajo, pero Marcos jamás hablaba de eso, los momentos en familia eran sagrados.

Al morir mi papá ya no va a haber nadie en la familia que busque la justicia, ya estaba cansado, todas la puertas se le habían cerrado, sabía que no iba a lograr nada, de hecho, la última vez que hablamos, se despidió de mí, igual que Marcos, me dijo que me amaba mucho y que todo iba a estar bien.

-¿Por qué nadie va a buscar la justicia?

Mi mamá dice que ya no se puede hacer nada, que es obvio que todo va a quedar en la nada, desde que empezó todo esto sólo ve como unos a otros se cubren. Los camaristas que decidieron que los tres sospechosos quedaran libres se supo que habían sido amenazados, ya nadie nos va a devolver a mi hermano, y a mi papá tampoco, él también fue víctima de todo esto, murió de tristeza, cansado de buscar una verdad que en este país nunca se va a encontrar. Este es el país del revés, un ladrón mata a toda una familia y queda libre.

-¿Alguien de la gobernación se acercó a ustedes?

Sí, la presidenta Cristina y Aníbal Fernández le ofrecieron su ayuda a mi familia, a mi cuñada la llamaron un par de veces y tengo entendido que el jefe de la federal no salió de garante para los tres detenidos a pedido de Aníbal Fernández (Ministro de justicia y seguridad), siempre fueron atentos, más allá de lo que estén haciendo con el país, pero nada de lo que ellos hagan me devuelve a mi hermano. Ya ni en los sueños lo veo, pero hay uno de ellos que recordaré por siempre, en el que me decía “yo siempre voy a estar con ustedes”.

-¿No cree que sea usted la que tiene que seguir con esta lucha por la verdad?

No, bastante tengo con ver a mi sobrina que aún espera la llegada del padre, que abraza una foto cuando lo extraña mucho, bastante tengo con el recuerdo de mi papá que se fue triste cansado de pelear.

-¿Hace cuanto que vive en Mar del Plata?

En diciembre del 2009 decidí venir a Mar del Plata, tengo 28 años, la misma edad que tenía mi hermano cuando murió. En mi casa ya no podía estar, era demasiado la tristeza, más ahora que murió mi papá. Por todos lados se los percibe. Marcos era el hermano del medio, mi hermano mayor también es policía, y no quiero que lo sea, pero ya nada puedo hacer.

Dos paros cardíacos me separaron de mi hermano y también de mi papá, hoy le tengo miedo a la muerte, en parte, porque sé que si muero voy a estar con ellos pero también sé que dejaría a mucha gente sufriendo por mí.

-¿Qué es lo que quiere hoy de su vida?

Me gustaría saber y entender por qué pasó todo lo que pasó, por qué así, también quiero casarme, tener hijos, nietos y malcriarlos mucho. Hoy mi sobrina es la que me desvela, pienso en esa nena de 3 años que espera a su papá y que ahora también espera a su abuelo.

Tengo mi trabajo, mi amor, mi vida, pero en la soledad no puedo olvidar que tres hombres me robaron dos partes de mi alma y que seguirán libres, porque donde hay plata no hay justicia. Si la justicia me devolviera a mi hermano sin duda lucharía por ella, pero ya está. Él era todo, nunca voy a olvidar la cantidad de gente que estuvo presente en el entierro, lo amaba todo el barrio, era una persona que odiaba la mentira, y no lo digo por ser la hermana, lo dice todo Floresta. Cuando el entró a la policía se volvió muy frío, pero era lógico, no quería mezclar su trabajo con su familia.

-¿Nunca les comentó que había sido amenazado?

No, nunca vamos a saber si lo amenazaron, qué pasó, el se despidió sabiendo que algo iba pasar, y pasó, el cuatro de marzo del 2008 a mi hermano lo mataron por bueno, por honesto.

-¿Cuál es el presente de los acusados?

Dos fueron despedidos de la policía y al tercero lo obligaron a pedir el retiro voluntario, más no sé, sé que el año que viene se llevaría a cabo el juicio, pero sinceramente, nada de lo que pase va a ser justicia.

Sin el llamado de alto los tres acusados dieron fin a la vida de Marcos Iyzcovich, el fin a una familia, el fin a la esperanza. El padre de Laura y Marcos murió el pasado 11 de mayo, su salud estaba muy deteriorada y luego de sufrir dos paros cardíacos los médicos no pudieron hacer nada.

Laura hoy transita su presente en la ciudad de Mar del Plata, ciudad donde encontró a su compañero, aquel que le ofreció casamiento para que en octubre de este año diga sí, sí a seguir adelante, sí a tener una vida, sí a tener esperanza y a tener hijos.

Una charla muy interesante

La tarde se tornaba noche y las ansias por escucharlo eran muy fuertes, con su caminar tranquilo pero a la vez apurado, de manera muy amable se sentó y dio el permiso para que por un rato su vida se haga pública, para poder conocer a aquel ex jugador de fútbol que había cambiado de rumbo para ser hoy un periodista, guionista, escritor.

Juan Sasturain, el que nació en Cháves por accidente, hoy, como tanta otras veces se ponía en manos de alguien que lo interrogaría, se dejaba investigar con una sonrisa muy amable que daba soltura y creaba un clima ideal para una charla no tan entrevista.

Dos periodistas se unían y dos historias podían nacer, pero sólo una tomaba importancia.

“Nací en Chaves por accidente. Mi padre fue empleado del Banco Provincia. Y sus traslados implicaban un cambio de vida, una adaptación. Toda mi familia era de Lobería. En el '45 mi viejo estaba trabajando de tesorero en Cháves, y como en esa época se acostumbraba que los hijos nacieran en el lugar de donde eran sus padres, mi mamá se iba a ir a Lobería... pero bueno, por esas cosas no fue. Así que nací ocasionalmente en Chaves”

-¿Qué recuerda de aquel Chaves por accidente?

Viví un año y medio en esa ciudad, hasta que a mi viejo lo trasladaron a Médanos, cerca de Bahía Blanca. De ahí fuimos a Lobería, después a Rauch. En el '55, se produce la Revolución Libertadora y como mi viejo era peronista y había sido secretario de Unidad Básica alguna vez, lo despidieron del banco. Pero antes de echarlo lo trasladaron a Chaves. Así que volví unos meses, en vísperas de entrar a cuarto grado. La siguiente vez volví para jugar al fútbol, tenía cerca de 16 y vivía en Coronel Dorrego, donde integraba el equipo de Independiente. Retorne a Chaves siempre que pude, y lo seguiría haciendo.

-Retomemos el tema del fútbol, ¿una historia parecida a la de Fontanarrosa que luego se inclinó a la escritura?

Sí, para cuando empecé a querer probarme y seguir en el fútbol estaba jodido de la rodilla derecha, me habían curado mal, en aquella época no te operaban.
Me probé de delantero en San Lorenzo, y era grande, tenía 18 años y además no la rompía como para que me tomaran. Después entrené con Independiente y entré a Lanús, y aunque firmé con ellos nunca jugué. En esa época ya estudiaba Latín e Introducción a Historia, se me complicaba viajar al sur para entrenar así que largué y terminé jugando en el equipo de la facultad. En el '69 egresé en Letras y comencé a trabajar como profesor de Literatura en el secundario y al año siguiente a escribir en los medios. Yo quería ser escritor, empecé a escribir críticas de libros que es lo primero que uno habitualmente hace, aunque no debería ser así, porque uno opina sobre los demás y es incapaz de escribir algo coherente, siempre planteo lo mismo.

-¿Paso mucho tiempo para que la inspiración llegara y pudiera escribir su primer libro para poder criticar con motivos?
Y si, Yo siempre digo que hice todo muy demorado. Escribo como cualquiera, desde los 16-18 años, pero "Manual de perdedores", mi primer libro, la terminé cuando tenía 30 años, en el '75, y no se publicó hasta 10 años después. Yo me había propuesto terminar mi primera novela antes de cumplir treinta años, en esa época ya estaba casado y tenía 2 hijos. Y digamos que cumplí.

-¿Y Perramus, la historieta en su vida es importante?

No recuerdo que de chico me contaran cuentos en mi casa. Mi vieja cantaba algunas cositas, pero no me acuerdo que alguien se sentara a contarme cuentos. Después sí agarré los libros y las historietas, yo me los compraba. Los primeros relatos que me gustaron fueron las historietas de Disney, del Pato Donald.

La lectura de historieta fue un poco formadora y deformadora para mí. Como todas aquellas cosas que te marcan. Para bien o para mal, pero te marcan. Todo sirve, depende de que hagas vos con eso después. Generacionalmente los pibes que empezábamos a leer en los '50 ya no leíamos los clásicos de la literatura juvenil, leímos las historietas del mismo modo que los chicos hoy más que leer miran la tele. Nosotros somos la primera generación del medio audiovisual. De algún modo sentí la corrección cultural. Pero bueno, mal que mal es así. Quedó como una especie de sustrato en el cual hay un concepto de aventura que viene de ahí.

En cuando a "Perramus" se difundió en buena parte del mundo. Se publicó en toda Europa. En Argentina la publicó la revista Fierro, después en libro. Y la última parte, la cuarta, que se llama "Diente por diente", la dispersión de los dientes de Gardel, nunca se publicó en castellano, es inédita. En el único lugar donde salió es en Francia, donde está todo junto publicado en tres volúmenes. Y bueno, con esa ganamos el premio Anmisty Internacional.

-Usted mencionaba el tema de la televisión en los chicos de hoy ¿Qué significó para usted hacer un programa como lo fue “Ver para leer”, en un canal de TV abierta?

La televisión desarrolla y practica formas narrativas con sus múltiples programas y formatos de ficción. Lo hace desde hace mucho, y ha influido para bien y para mal, el modo televisivo de hacer ficción está penetrado por las técnicas del cine y de la narrativa dramática y estrictamente literaria. Es un ir y venir. En cuanto a hablar o difundir o analizar la narrativa literaria y la poesía y el ensayo en programas televisivos, como sería el caso de Ver para leer, supongo que puede ser una buena idea. Creo que del mismo modo que hay libros y revistas sobre el medio televisivo y sus contenidos, también cabe que haya programas televisivos que se refieran a los libros, la literatura en general. Ver televisión y leer son dos operaciones diferentes cuyo grado de superposición no es exacto: no se lee más o menos por ver televisión y viceversa. Hoy se necesita menos leer que en otro momento. Y también se escribe menos por la misma razón.

De mi parte, he aportado y trato de poner en práctica la idea de que la lectura puede y debe ser un placer, sólo digo la verdad, leo porque me gusta, no porque deba hacerlo ni porque sea necesario que lo haga. Si uno trasmite el gusto por lo que hace puede llegar a despertar en el otro que lo ve la sensación de que valga la pena probar de que se trata. Leer nos abre la cabeza a la complejidad maravillosa del mundo.

-¿Cree que no hay manera de cambiar la televisión?

Lo innegable, el dato incontrastable, es que la televisión y otras formas de comunicación audiovisual electrónica son lo nuevo y determinante. Su irrupción masiva, como sucedió en otros momentos con la revolución del libro o la aparición del cine, cambia el horizonte de las demás formas de comunicar, en este caso la ficción y el “entretenimiento”. Cada soporte tiene su especificidad, intransferible. Nada se extingue sino que se acomoda.

Para los chicos un buen vehículo de introducción a la lectura son las revistas semanales de tema escolar con entretenimientos.

-¿El programa cumplió todos sus objetivos? ¿sirvió para cambiar la cabeza de algunas personas?

El programa es superficial, no se puede liquidar a Kafka en treinta segundos. Si tuviera que elegir qué programa hacer –siempre hablando de literatura– en televisión, no haría uno como ese. Pero debo reconocer que quien lo concibió y decidió ofrecerlo como alternativa a su audiencia sabe muy bien lo que hace y cómo hacerlo, lo que hay que tener en cuenta es que se trata de una aproximación ligera, introductoria a un universo amplio y complejo. El objetivo primero era “sacar el miedo” a los libros y a la ficción literaria, que se tome a los poetas y escritores como alguien que tiene algo que contarnos.

- ¿Está fallando la educación?, teniendo en cuenta que usted fue docente en algún momento.

Se hace todo mal. Ejercí la docencia poco tiempo, en el primer tercio de los setenta. Debería hacer autocrítica. Se lee para demostrar algo, para ejemplificar algo.

Y no es así, hay que leer lo que nos gusta y hacerlo disfrutar. Y leer, escribir y comentar sin demasiadas pautas, opinar libremente, describir las sensaciones.

Escribir es una cuestión de placer, como leer. Está el famoso consejo de Briante (Escritor y crítico de arte argentino): “Los Sábatos y sabatitos, todos preocupados por el destino de la humanidad y el haber sido tocado por el rayo de iluminar a la humanidad, para qué escriben si sufren”. Después, como todas las cosas placenteras, tiene su cuota de laburo, no necesitamos explicitar nada. Hasta las cosas que más nos gustan, en algún momento se complican, pero se parte de un lugar que es básicamente placentero. El trabajo debe siempre tener algo de placentero y no olvidar el esfuerzo.

La charla daba para más, pero la noche se acercaba, cada uno debía seguir su camino, por su parte siempre trato de demostrar lo hermoso del leer y hoy con 64 años en Página 12 nos sorprende con sus columnas, sin traicionar su esencia, Juan Sasturain deja su huella.