sábado, 23 de agosto de 2014

El precio de dejar de ser...

Ocultar el dolor, los sentimientos, las ganas de decir y las ganas de desaparecer, darse cuenta que ya no se soluciona nada escapando…

Todo va cambiando, quienes creen que no se cambia están equivocados, el entorno lo provoca, el entorno demuestra que las soluciones ya no pueden ser las mismas, porque las reacciones y golpes, serán se repetirán.

Cada vez es más grande el nudo del alma, esa resistencia a decir, a expresar. Lo que antes salía fácilmente sobre una hoja o un papel hoy es lo más difícil, escribir se hace duro, no hay sueño que mueva objetivos, no hay sentimientos que impulsen las ganas de ser, las ganas de explotar hacia una imaginación, a las determinaciones.

La fuerza interior puesta en una sonrisa que todo lo tape, en un humor que nada demuestre, en tratar de que la mirada no diga, no exprese, no sienta. Darse cuenta que los “para” y “por” ya no sirven, que todo lo posible que creíamos sólo eran mentiras, eran un holograma que pronto se desvanecería, comprender que muchas  cosas nunca fueron lo que parecían.

Me explota el alma como muchas otras veces, me duele el pecho como muchas otras, trato de entender los por qué, trato de pensar por qué todo tiene el mismo final, por qué siempre son las mismas  elecciones, los caminos y por qué el dolor siempre llega de la misma manera.

Realmente es feo ser una persona triste, una persona débil, ser una persona con sonrisa exterior y dolor interno, una montaña rusa de sentimientos, una persona en que los momentos placenteros de alegría duran muy poco.

Ser bueno no basta, ser verdadero parece no servir, los prejuicios siempre aparecen, la insatisfacción siempre a la orden del día, la frustración siempre queriendo estar presente, haciéndose ver, llamando la atención cada vez que intento escapar de ella.


Realmente no entiendo mi raciocinio si no lo puedo usar a la hora de enfrentar una situación en la que sé que voy a salir lastimada. No puedo más, me lleva la inercia de vivir, de querer seguir esperando y buscando eso que me haga sonreír hasta doler la panza, eso que me haga sentir el calor en mis mejillas, eso que me haga saber que nunca más sentiré la soledad, la falsedad, el juego, la falta de respeto… quiero recibir lo que doy, quiero que llegue el final que  tatué en mi piel, el final por el que empiezo día  a día…. #And in the end, the love you take is equal to the love you make….

domingo, 29 de junio de 2014

La memoria...

Recuerdos, ahí, listos para aparecer a veces sin que los llamemos, a veces llegan para demostrar que ya estuvimos ahí, que ya nos sentimos así, que ya pensamos así y que hasta quizás, ya nos jugamos de la misma manera y no valió la pena, o que, por lo menos, las cosas no salieron como nosotros queríamos.

Los recuerdos, nunca se van, intentamos olvidarlos, más cuando la aparición de ellos suelen lastimar. El intento de olvido queda atrás a causa de esa maldita rebeldía que nos hace creer que esta vez todo puede ser diferente, que esta vez, jugarse nos va a llevar a superar todos esos recuerdos que lastimaron y por una vez, olvidaremos todo lo demás para poner este primero en la lista, en el estante de recuerdos felices... Creemos que podemos hacer una pequeña selección en nuestra mente y archivarlos en distintas carpetas cual computadoras frías, libres de sentimientos y culpas.... cuando somos felices, todo es posible, así sólo sean milésimas de segundos.

Para qué tenemos recuerdos?, se quedan ahí, quietos, estoicos, aguardando a ser traídos al presente, a veces están ahí para ayudarnos a no volver a equivocarnos, a no tropezar con la misma piedra, cascote, a no caer por una situación similar ya vivida... muchos apelan al recuerdo y le hacen caso, otros, se juegan el presente y olvidan ese recuerdo perteneciente al pasado, aunque quizás después el presente pase al estante de malos recuerdos y sea archivado en la misma carpeta de cosas que no volveré a hacer, cosas que no me volverán a lastimar.

Recuerdos, pensamientos, palabras, frases, imágenes, todo esta ahí, pronto a aparecer, a no permitir una mente en blanco, a provocar análisis que buscan hipótesis de qué hubiera pasado si en vez de hacer eso hacía lo otro, en vez de decir, callaba.... Los recuerdos, los impulsos, las decisiones, todo se mueve constantemente en nuestra biblioteca interna, en nuestros archivos que necesitan re acomodarse todo el tiempo.

Recuerdos que implican personas, recuerdos cargados de sentimientos. Preferimos recordar lo bueno para borrar lo malo, sabiendo que recordando lo bueno también guardamos lo malo, también sabemos que eso bueno sirve para no sacar de aquel estante de malos recuerdos, el dolor.

En esa estantería llena de archivo, esta el señor olvido, cual tacho de residuos esperando recibir algún que otro recuerdo innecesario para ser eliminado... muchos recuerdos están ahí, al borde del olvido, sucios, rotos, con la letra muy poco legible, distorsionados, a punto de ser eliminados, pero algo pasa, algo que tienen hacen que sigan ahí,  algo por lo que siempre, aunque uno no quiera, recurre a ellos para ver cómo serían las cosas si...

Los recuerdos, esos que nos hacen, esos que queremos olvidar y más recordamos, esos que nos hacen actuar, muchas veces creyendo que de ellos aprendimos y todo saldrá bien, cuando nos damos cuenta que cuanto más creemos saber, menos sabemos...

El recordar muchas veces nos duele, pero también muchas veces nos roba una sonrisa inesperada, El recuerdo, por algo esta ahí  en la memoria, "Una forma de dignidad estoica. La lucidez a la hora de contemplar las líneas maestras del asunto. Asumir las reglas del juego"....

miércoles, 4 de junio de 2014

Vuelos discontinuos

Instancias que se repiten, situaciones en las que creemos convencidos que no son para nosotros, ganas de actuar y hacer lo que realmente sentimos, entender que las oportunidades se dan en un momento, en un instante, sólo en ese instante en que hay que elegir, en el que hay que decidir.

Muchas veces callamos porque no creemos que es el momento adecuado para hablar, sin pensar que ese era el momento, que no existiría oportunidad futura que nos de otra posibilidad de decir, de sentir. Pasado el tiempo nos damos cuenta que tendríamos que haber cruzado ese puente, ese camino, ese mar, que tendríamos que haber hablado, expresado, que no tendríamos que haber callado por miedo al mismo miedo interno. El miedo, ese malo de la película que nos juega en contra y nos hace imaginar cosa impensadas, esas que nunca ocurrirían, esa que maximizan un "no" al punto tal que creemos que lo mejor es no salir a volar más.

Todavía palpita mi corazón al recordarlo, al imaginar qué hubiera pasado si me hubiera entregado a la posibilidad de sufrir, o no... a si hoy me recordará, a si algún día tendré una segunda oportunidad, si ese tan ansiado tren pasará otra vez... o si ese era el tren y sólo me quedé con el anhelo de subir mientras otros siguen pasando.... pensar en si era ese el amor que necesitaba, si era ese el lugar deseado, si era esa la compañía necesaria para continuar.

Aún toco mi espalda y siento mis alas, aún creo que algún día tendrán la fuerza necesaria para desplegarse y partir... todavía me quedo contemplando el mar, esperando que pronto, mis ganas de empezar vuelvan, mis sueños se llenen de color, mis pies quieran sentir la arena húmeda por el mar y mi cara anhele sentir el viento.

Mis pulmones todavía se quieren llenar de aire, mis ojos aún saben lo que se siente estar húmedos y mis labios saben sonreír, al recordar o al observar, mi corazón aún quiere palpitar por él, por mi, por alguien....
Sigo tocando mis pies para ver si los siento después de tanto vuelo equivocado.... aunque no sé si fueron equivocados, fui y soy feliz en mis vuelos, en mis aterrizajes, soy feliz siendo, hoy me dejaré ser por hoy y siempre....

sábado, 1 de marzo de 2014

Las ramas del amor...

Cansarse de llorar, para no hacerlo más, cansarse de sufrir, para no volverlo a intentar, cansarse de sentir un pecho que aprieta y corta la respiración, de un estómago que duele cuando se trata de instalar una sonrisa mientras a la vez esa misma boca deja salir una voz quebrada que dice "todo está bien".

No tenía por qué estar triste, según su derredor, porque su vida profesional estaba bien, porque aquello que le había quitado horas de sueño durante 10 años, hoy se presentaba solucionado ante ella, porque su futuro parecía que le daba una tregua, porque una meta más, estaba alcanzada.

De pronto, en su soledad ella comprendió que no todo estaba en su lugar, que vivir y dejarse llevar,  una vez más, la estaba lastimando, una vez más la hacía llorar. Estaba convencida de lo que su derredor creía, sabía que todo estaba más que bien... sin embargo, en su pecho no sentía lo mismo, en el brillo de sus ojos, algo decía que no eran lágrimas de felicidad, algo... aún dolía.

Muchas veces se juró ser fuerte, pidió por un corazón de piedra para no sentir, lloró en brazos de amigas diciendo que no quería querer más, que no quería sentir más "amor". Luego en su tranquilidad daba paso a la reflexión y se daba cuenta que el amor la mantenía viva, que ese amor que recorría sus venas era el mismo que le daba a su familia, a sus amigos, a su entorno, al desconocido que necesita ayuda, a aquel que sin conocerla la halagaba y agradecía su forma de ser, porque sus transparencia lo decía todo. Era ese mismo amor con el que redactaba sus cuentos, sus escritos, sus sueños. Dentro suyo llegaba a la conclusión, sabía que sin ser así como era, cierto presente no seria tal.

Aún  así se sentía incompleta y le faltaba lo que nunca le salió bien, le dolía el pecho, se encontraba, una vez más, recriminándose elecciones, recriminándose confianzas, entregas, recriminándose ser con cierta parte del amor.

El amor duele, en ese instante para ella volvía a doler, hacía muy poco le habían preguntado: "¿Sufriste mucho por amor?" y ella convencida y con su corazón desbordado de dulzura,  había contestado: "Creo que no lo suficiente, porque aún creo en el amor"...

Se detuvo unas horas, no quería estar sola porque no deseaba sentarse a reflexionar, pero el tiempo y el espacio hizo que sea el momento de estarlo, que sea el momento para que de una vez diga las palabras que no quería decir, para que su pecho se estrujara, la hiciera caer al piso y en medio de lágrimas que duelen en los ojos, dijera: "No quiero más oportunidades para el amor, para este lado del amor".

-¿Para este lado del amor?.
- Sí,  ella estaba convencida que la vida es vida a través del amor y que el amor tiene muchas partes: el amor a la familia, a la vida diaria, a los quehaceres, a una sonrisa dada justo a tiempo, el amor por el olor a tierra mojada, por la briza que llega de golpe en medio de un descanso, por el mar que rompe y hace llegar a nosotros ese rocío tan especial, por ese jazmín que deja salir su aroma y llega hasta el alma; el amor por los amigos, por ese ser que no sabes quién es pero querés ayudar y ver cómo en su rostro el amor esboza una sonrisa... El amor....

En ese momento, ella comprendía que no creía  más en una parte del amor, que si le volvieran a preguntar si sufrió mucho, diría que sí, tanto como para no creer en ninguna cursilería de acompañamiento y amor eterno... Las otras ramas del amor bastaban, después de todo, esos otros tipos de amor,  no la habían hecho llorar tantas veces, no le habían cortado la respiración en medio de una congoja interminable.

Cuentan que respiró profundo, trató de ver las cosas buenas, y aunque no entendía el por qué de las malas.... decidió seguir por las otras facetas que el amor le dejaba vivir. Suplicó no más oportunidades para ese paraje del amor, que el sentir más maravilloso de un ser humano jamás se detenga en ese lugar de su vida, suplicó cerrar esa puerta de esperanza, suplicó no llorar más, suplicó verdad.

Sin dudas, habrá en el mundo alguien que quiera darle ese tipo de amor, pero ella insistió que ya no, insistió cual niña caprichosa que ya no más, que ese amor dolía y no podía creer más que todo lo dicho por y para ese amor, era fantasía, que las princesas de los cuentos no existían y que ella no había llegado a este mundo para conocer ese tipo de amor, debía conformarse con aquel que la vida dejaba perdido por ahí para que ella por unos minutos lo tome entre sus brazos,
lo deje entrar en su alma y por unos instantes, la convenciera de que en otros parajes del amor, ella era feliz, o mejor dicho, estaba bien.

Hoy no sé nada de esa alma,  muchos dicen que aún sabe cuándo amar a su soledad y cuándo una briza puede llegar a acariciar su rostro para demostrarle que el amor aún existe, dicen que su corazón jamás se ha convertido en una piedra, pues estaba convencida de que piedra y vida, no iban de la mano...

sábado, 8 de febrero de 2014

En medio de una oscuridad iluminada

De un momento a otro se detuvo a pensar, de un momento a otro observó sus dedos, sus pies, y tocó su rostro, notó que sus mejillas estaban húmedas, sintió que sus ojos habían llorado. Corrió de su frente el pelo que no la dejaba mirar hacia adelante, levanto su cabeza y erguida estiró un poco más su cuello.

Miró su derredor, notó que algo había cambiado, su presente no era el mismo que la había dejado en cuclillas. No era el mismo que le había causado la pesadez en los ojos, el dolor en el pecho y las ganas de ya no ser.

Observó sus manos, aún húmedas por las lágrimas que se estaban secando en sus mejillas, juntó sus dedos hacia cada una de sus palmas, sus manos estaban blancas, no recordaba en qué momento dejaron de estar grises. Trató de recordar por qué su nuca dolía tanto, por qué sentía que su cuerpo había estado doblado, un cuerpo que había intentado encerrarse en si mismo, acobardado, dolorido. Luego de buscar los "por qué",  rápidamente trató de alejar aquello que volvía para hacerle creer que lo que estaba sintiendo estaba mal, borró los fantasmas que una vez más querían teñir sus manos, su garganta.

Se terminó de levantar, estiró sus piernas y comprendió que algo  había cambiado, que lo que siempre había rogado, hoy, estaba ante ella, y que esta vez debía erguirse hacia la realidad. Sus ojos seguían húmedos, pero sintió que sus mejillas aumentaban su tamaño, como que algo las empujara hacia sus orejas, recordó lo que era sonreír, y sintió el aire que entraba en su boca, una exhalación le demostró la limpieza en sus pulmones,  de su garganta, de su pecho.

No entendía qué era lo que había cambiado y cómo se había permitido haber estado así, disminuida en el espacio.Sólo ella sabía lo que aún perduraba en sus recuerdos,  lo que aún hacía enfurecer su corazón y angustiaba su alma. Un camino se abrió ante ella, dio sus primer paso, sintió que sus pies se amoldaban a ese piso que ya no quemaba, no le dolía caminar, no le molestaba mirar hacia adelante, no sentía miedo.

Sus oídos no se cerraron más, ya no molestaba lo que no se debía escuchar, era algo más del ambiente que ella enfrentaba y era algo más de su presente que la encontró de un momento a otro, erguida y orgullosa de existir.

Pasaron días de ese "hoy" y aún considera que se está permitiendo sentir lo qué significa vivir, algunos dicen que sólo decidió sentir el viento en sus rostro.