viernes, 24 de septiembre de 2010

Realidad o utopía



Un viejo conflicto que intenta llegar a un final es lo que preocupa a dos viejas comunidades. Israel y Palestina, agentes externos intentan encontrar la paz, pero para los protagonistas, no es fácil ceder.
“Para llegar a la paz, a veces es necesaria la guerra”, dijo Barack Obama mientras era agraciado con el último premio Nobel de la paz entregado. Paradojas como estas existen en este mundo y seguirán existiendo.
Mientras familias siguen muriendo por atentados terroristas entre israelíes y palestinos, al mismo tiempo se trata de llegar a un acuerdo de bienestar entre ambas comunidades.
“Una historia que para entenderla no hay que ignorar las hojas 1967, 1948, 1917, y aun las anteriores, incluso las que se salen de la historia y se hunden en la literatura religiosa”, comparando estos hechos con un libro en el que sus páginas están conformadas por cada año, el periodista Rodolfo Walsh, intentaba explicar este viejo conflicto en 1974. Aun hoy el enfrentamiento existe y las hojas a este libro se han sumado de manera imparable.
Desde 1882 la historia de los palestinos, árabes que residían en ese territorio, comenzaría a cambiar por la llegada de los primero colonos judíos financiados y motivados por el Barón Rothschild.
La población judía comenzó a crecer, los caminos que la historia política elegía ayudaban a que esta comunidad encontrará en ese territorio, el lugar ideal para desarrollarse como una Nación. En 1933 la llegada al poder del régimen Nazi y las persecuciones antisemitas, que con esta manera de gobernar iban ligadas, provocan una emigración masiva de judíos. En Palestina, rápidamente, de un 10% se pasó a un 30% de población judía. El enfrentamiento entre árabes y judíos no tardó en llegar.
En 1948, aquel libro de la historia de Medio Oriente que Rodolfo Walsh intentaba explicar, comenzaba a presentar tinta de sangre. Israel rápidamente envío a su ejército a las calles y en medio de tanta matanza de un momento a otro se produce el éxodo de 6 mil palestinos. La ONU los ayudaría, pero de ser dueños de esas tierras se convertirían en refugiados y poco a poco la historia los iría transformando en personas ajenas a esas tierras, el que era su territorio ya no les pertenecía y si realmente lo querían, tendrían que luchar, enfrentarse a los que para ellos siempre habían sido sus enemigos, los invasores.
Años más tarde la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), no facilitaría las cosas para las Naciones Unidas que intentaban llegar a un acuerdo entre ambas comunidades. Los israelíes tenían un ejército fuerte, dispuesto a disparar a todos aquellos que no estén de acuerdo con su ideología, los palestinos no querían seguir viendo como su comunidad iba muriendo y unos pocos huían. Yasser Arafat, presidente de la OLP, organiza una estrategia basada en atentados terroristas, tanto desde los territorios palestinos como desde los países limítrofes en donde estaban los árabes refugiados, de esta manera perpetuarían la lucha armada por la liberación.
Un enfrentamiento que comenzaba a ser historia, un libro con tinta de sangre y alimentado por escritores no sólo protagonistas de esta historia, sino también, por aquellos que desde afuera no dejaban de buscar algún provecho, quizás político o quizás, simplemente, poder. El primer actor de reparto que comenzó a meter mano en esta historia fue Gran Bretaña y cuando la historia lo borró, le dejó lugar a quien hoy por hoy sigue presente, en estos momentos dejando de ser actor de reparto para pasar a ser un tercer protagonista, Estados Unidos.
Masacres, atentados, guerras, enfrentamientos, ideologías desencontradas, creencias erradas, creencias heredadas.
La ONU intentó negociar más de una vez, los plazos se establecían y a su vez se vencían sin ningún cumplimiento alguno.
La historia avanza y con ella el enfrentamiento. Hoy se busca encontrar la paz. El mediador: Estados Unidos, su primer mandatario, Barack Obama, plantea que Israel y Palestina “deben aprovechar la oportunidad”, al asegura que los representantes de ambas comunidades: Mahmud Abas (presidente de la Autoridad Nacional Palestina) y Benjamín Netanyahu (Ministro Israelí) “quieren la paz”. Una vez más se estableció un plazo, tiempo: un año.
Hoy los palestinos sólo quieren poner fin a la moratoria de construcción de los asentamientos judíos en Cisjordania, que vence el próximo 26 de septiembre, este es uno de los primeros temas a tratar y como siempre, el acuerdo no está, ninguna parte quiere ceder.
Claramente el verdadero tema a tratar debería ser las delimitaciones de las fronteras, el que se puedan constituir dos Estados: uno palestino y otro hebreo. Si se discutieran las fronteras, no habría problemas en cuanto a las extensiones de los asentamientos, pero ¿Quién se queda con Jerusalén?
El compromiso por ambas partes fue asumido, Israel y Palestina se comprometen a llegar a un acuerdo en los temas esenciales en menos de un año, la primera promesa está en manos de los israelíes, quienes aseguran que si bien no se extenderán las moratorias para la contracción de asentamientos, sí se ralentizará la expansión de las colonias. La realidad comprobada por la asociación Israelí “Paz ahora” es que hay 13 mil viviendas aprobadas, de las que casi la mitad se ubican en puntos alejados de la frontera israelí y además sólo un 20% de los israelíes cree que su gobierno debe frenar totalmente el crecimiento de los asentamientos. ¿Será fácil conseguir un acuerdo?.