jueves, 6 de junio de 2013

MI SANGRE, LLEVA TUS COLORES…



Será que vi tantas cartas y dedicatorias en este último tiempo que sentía que no podía faltar la mía, que no podía faltar mi texto, mi dolor hecho palabra, mi confesión por este amor.

Lo que siento puede ser considerado una exageración por algunos, lo sé, pero es lo que siento… duele ver que el equipo que me dio tantas alegrías, este sufriendo y  hoy este en las malas, estemos en las malas. No puedo decir que soy del Rojo desde la cuna… para los que me cargan y amenazan con mostrar fotos mías con otra camiseta… lo digo, yo no nací hincha del Rojo, aunque sí rodeada del amor de este club, rodeada de la gloria de ver como a mi alrededor seres amados,  festejaban campeonatos, sonreían y lloraban de emoción al ver cómo el equipo levantaba copas, una tras otra… no olvido 1994… esa camiseta que veía puesta en mi hermano y me gustaba… mucho, pero respetaba los colores que me había puesto mi vieja, necesitaba una compinche, pero esa compinche gritaba por dos cuadros.

Mi vida dio un cambio, el día que pisé por primera vez la cancha de Independiente, fui siendo hincha de otro cuadro, fui con un corazón teñido  de rojo pero desteñido en algunos ángulos. Grité cada gol, y canté cada canción… ¿¿las sabías?? Sí, mi compañero de banco en el colegio se había encargado de hacérmelas aprender una a una, ¿¿obligación?? No, yo quería saber las canciones de la hinchada, inconscientemente quería ser hincha del rojo.  ¿Qué dirían si me cambiaba, qué pensaría la gente que me vio vestir otra camiseta?... soy mujer y estaba convencida que el cambio no iba a generar mucha alerta… Aunque lo generó.

Cancha, el amor hacia un jugador que era comprado por el rojo, las ganas de conocerlo, un amigo que me hacía cada vez más fana, que me acompañaba a los entrenamientos, un papá que orgulloso me llevaba a la cancha, un viejo que disfrutaba de esas fiestas, de esos preparativos para ir a ver sus colores, esos que de chico le iluminaron el alma y le demostraron que él no tenía que ser del mismo cuadro que el resto de su familia, que él podía cambiar, que él podía hacerse hincha del campeón…. De esa casaca roja que tanto le gustaba. Todo ese combo hizo que con convicción, pasión, amor, entusiasmo, diga, SOY DEL ROJO HASTA LA MUERTE…

Los años pasaron, la pasión creció, cada partido era una expectativa, cada jugada, cada posición, encontrarme de un momento a otro discutiendo por fútbol  en medio de un ambiente puramente masculino, ganándome el rótulo de  “la que sabe de fútbol”,  así fui creciendo…

Muchas veces metí la pata por opinar convencida de que sabía, muchas veces olvidé resultados, situaciones, pero la pasión por el Rojo estaba intacta, bastaba sentarme a mirar un partido y la amante del fútbol volvía… creciendo, formando carácter y personalidad, no me importó decir:

-Sí, me encanta el fútbol, y qué? ,  amo a Independiente de Avellaneda
-Pero vos eras de otro cuadro
-ERA, desde mis 14 decidí ser de un cuadro, me enamoré de estos colores… SOY DE INDEPENDIENTE HASTA LA MUERTE.

El tiempo pasó y mi “nomadismo”,  me alejó un poco de esta pasión, pero no tardó en volver, no tardó porque mi corazón lleva sus colores, mi sangre lleva el mismo color.

Amo al Club Atlético Independiente, no me avergüenza decirlo, no me importa cuál será el final de esta historia porque no es un final, aunque me duele, aunque mis pupilas titilan cada vez que siento que las cosas no repuntan, aunque el escalofrío se apodera de mí cuando las noticias no son las mejores. Lloro con cada gol, porque siento que podemos, que nada está perdido.

Papá, te acordás de ese avioncito en la cancha, a lo Pascualito nos tiramos de panza al glorioso piso, ese avioncito que  hicimos, nada más y nada menos que en el campo de nuestro gran amor, de nuestros colores, esos que me metiste en la sangre.  Nunca voy a olvidar… la felicidad no cabía en mi cuerpo, éramos campeones, y yo lo estaba festejando dentro del campo de juego que más alegrías me dio.

Roja es mi sangre, roja es mi pasión… El Rojo me llevó a estudiar periodismo, aunque terminé siendo periodista general y no deportiva; el Rojo me llevó a acercarme a mi viejo, a conocerlo mucho más; el Rojo me hizo conocer amigos inolvidables, me hizo vivir momentos hermosos junto a gente que comparte este amor; el Rojo, ese que me permitió conocer a mi ídolo de la adolescencia; el Rojo, ese que me enseñó sobre el fútbol, sobre una pasión; El Rojo ese que también me acerca a mi abuelo, que aunque era de otro cuadro, se sentaba en su mecedora a ver cualquier partido de fútbol, era fútbol y eso era lo que importaba… sí, hoy hago lo mismo sentada al lado de mi viejo, cada vez que la vida me lo permite.

Hoy me duele el alma, aunque no pierdo la esperanza, el amor hacia esa pasión no me lo permite, la historia de ese club, no me lo permite… quiero gritar y seguir llorando de la emoción por un cuadro que me dio mucho más que alegrías, mucho más que campeonatos, me dio una identidad, me dio un propósito…. SER HINCHA DEL ROJO POR SIEMPRE….

YO SOY ASÍ Y GRITANDO QUE TE QUIERO VOY A MORIR.